domingo, 20 de marzo de 2011

REFLEXIONES PARA EL VIVIR DIARIO ...



Lo que tengo no me pertenece, Aunque forme parte de mí.
Todo lo que soy me fue prestado por el Creador, para que pueda repartir 
con aquellos que entran en mi vida. 

Nadie cruza nuestro camino por casualidad.
Y nosotros no entramos en la vida de alguien sin ninguna razón . 

Hay mucho para dar y recibir.
Mucho para aprender, con experiencias positivas o negativas.

Es eso... Intentá ver las cosas negativas que te pasan como algo que sucede por alguna razón.
Y no te lamentes de lo ocurrido, además, reclamar no te servirá de nada, Y te vendará los ojos para continuar tu camino. 

Cuando no conseguimos olvidarnos que alguien nos lastimó, estamos reviviendo la herida haciéndola, muchas veces, mayor que la que teníamos antes.

No siempre las personas nos lastiman intencionalmente.
Muchas veces, nos sentimos heridos, pero la otra persona ni siquiera se dio cuenta de esa situación, 
y nos decepcionamos porque aquella persona no cumplió nuestras expectativas. 

Nuestras expectativas!!! 
¿Y sabemos cuáles eran las expectativas de la otra persona?
A nosotros nos decepcionan, y nosotros decepcionamos a los demás. 
Pero, claro, es más fácil pensar en las cosas que nos duelen a nosotros.

Cuando alguien nos dice que nos lastimó sin intención, créele!
Te va a hacer bien. Y así, tal vez, te entenderán cuando digas sinceramente,
“fue sin querer.” 

Da lo mejor que puedas de tí!
Cuando te vayas, la única cosa que dejarás es el recuerdo de lo que hiciste aquí. 

Sé bueno, intentá dar siempre el primer paso nunca niegues una ayuda que esté a tu alcance, 
perdoná y da lo mejor de tí mismo.

SE UNA BENDICIÓN!

Dios no viene en persona para bendecirnos.
Él usa a los que están dispuestos a cumplir la misión. 
Todos podemos ser ángeles. La eternidad está en nuestras manos.
Viví de manera que cuando ya no estés, gran parte de tí continúe en aquellos que tuvieron la fortuna de encontrarte!!!

DIOS QUIERE QUE TE DIGA :



Si nadie te ama, mi alegría es amarte.
Si lloras, estoy deseando consolarte.

Si eres débil, te daré mi fuerza y mi alegría.

Si nadie te necesita, yo te busco.


Si eres inútil, yo no puedo prescindir de ti.

Si estás vacío, mi ternura te colmará.

Si tienes miedo, te llevo en mis brazos.

Si quieres caminar, iré contigo.

Si me llamas, vengo siempre.

Si te pierdes, no duermo hasta encontrarte.

Si estás cansado, soy tu descanso.


Si pecas, soy tu perdón.

Si me hablas, trátame de tú.Si me pides, soy don para ti.

Si me necesitas, te digo: estoy aquí dentro de ti.

Si te resistes, no quiero que hagas nada a la fuerza.

Si estás a oscuras, soy lámpara para tus pasos.

Si tienes hambre, soy pan de vida para ti.


Si eres infiel, yo soy fiel contigo.

Si quieres hablar, yo te escucho siempre.

Si me miras, verás la verdad en tu corazón.

Si estás en prisión, te voy a visitar y liberar.

Si te marchas, no quiero que guardes las apariencias.

Si piensas que soy tu rival, no quiero quedar por encima de ti.


Si quieres ver mi rostro, mira una flor, una fuente un niño.

Si estás excluido, yo soy afiliado.

Si todos te olvidan, mis entrañas se estremecen recordándote.

Si no tienes a nadie, me tienes a mí.

Si eres silencio, mi palabra habitará en tu corazón

POEMA DEL RENUNCIAMIENTO





Poema Del Renunciamiento
José Angel Buesa

Pasaras por mi vida sin saber que pasaste.
Pasaras en silencio por mi amor, y al pasar,
fingire una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte ... y jamas lo sabrás.
Soñare con el nacar virginal de tu frente;
soñare con tus ojos de esmeraldas de mar;
soñare con tus labios desesperadamente;
soñare con tus besos ... y jamás lo sabrás.
Quizas pases con otro que te diga al oido
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amare más que nunca ... y jamás lo sabrás.
Yo te amare en silencio, como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
-- el tormento infinito que te debo ocultar --
te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".
Me enjugaré la lágrima ... ¡y jamás lo sabrás!

Jose Angel Buesa de su libro OASIS (1977)


Renunciare a ti .... porque TE AMO, y quiero que seas muy feliz , cada día que se inicia pido a Dios por ti para que siempre te cuide y te bendiga  y te haga inmensamente feliz , tu felicidad sera la mía aunque tenga el corazón partido en mil pedazos 

sábado, 19 de marzo de 2011

Se te Extraña ..









Te extraño, pero... no entiendo  ..
¿Por qué te extraño?
 Me extraña extrañarte en la forma que te extraño como si se me escapara el tiempo haciéndolo , pienso en vos escribiendo, caminando, meditando, trabajando  y respirando te siento, se siente tu aire , tu aroma . Entonces los besos me sobran y no sé qué hacer con ellos, es que son tantos, los abrazos se diluyen en la nada y mis deseos se enardecen de solo imaginarte cierro los ojos para ver tu rostro, recordar tu sonrisa, escuchar tus palabras , tocar tus cabellos y reír con  tus locuras. Pero aun así te sigo extrañando y doy vueltas sin saber que hacer preguntándome si al menos me extrañas un poquito, quiero que sepas que a cada instante  te necesito conmigo por eso de nuevo cierro mis ojos y esos besos que me invaden el alma los envío con todas mis fuerzas que vayan con la brisa y el viento  hasta sentir que penetran en tu corazón provocándote una gran sonrisa.
En las mágicas noches sueño contigo y en donde los duendes del silencio y las hadas de los sueños  te susurran mi  nombre al  oído, para que así me recuerdes , me extrañes y me sueñes y cuando ya estás muy dormido secuestran a tu espíritu y o traen a mí , para que me haga compañía .
Mis besos viajeros me cuentan que  a veces  vos también me extrañas, entonces lo comprendo todo y soy feliz al menos un instante.
 te deseo por desearme, te admiro por admirarme, te respeto por respetarme
Amor te extraño porque te amo y te amo por extrañarme

viernes, 18 de marzo de 2011

SUSAN BOYLE , UNA HISTORIA Q ME LLEGO HASTA EL ALMA , TODO ES POSIBLE TENIENDO A DIOS EN NUESTRAS VIDAS


Susan Boyle

Susan Magdalane Boyle (nacida el 1 de abril de 1961) es una cantante y voluntaria de una iglesiacatólica escocesa que se dio a conocer el 11 de abril de 2009, cuando apareció como concursante en la tercera temporada del programa de televisión británico Britain's Got Talent.7
Boyle saltó casi inmediatamente a la fama mundial cuando cantó "I Dreamed a Dream" del musical Los miserables.8
Antes de que ella cantara, el público y los jueces parecían expresar escepticismo sobre su apariencia, torpeza y edad. En cambio, su voz fue tan destacada que recibió de inmediato la ovación de la audiencia, atrayendo para sí los votos de los jueces Simon Cowell y Amanda Holden, y el "mayor sí que he dado a nadie" de Piers Morgan.9
En menos de medio año ha vendido casi 10 Millones de copias de su primer álbum en todo el mundo, convirtiendose en el disco más vendido de 2009 y de los más vendidos en 2010. En enero y febrero de 2010 le dieron un disco de oro por vender en México y España respectivamente, la cantidad de 30.000 copias de su álbum.
Biografía
Infancia
Susan Boyle nació en 1961 en el pequeño pueblo de BlackburnWest Lothian (Escocia), situado entre Glasgow y Edimburgo. Hija de Patrick, un bombero, y Bridget Boyle, una mecanógrafa. Sus padres fueron inmigrantes irlandeses. La más joven de seis hermanos y cuatro hermanas, Susan nació cuando su madre tenía 47 años. Tras un parto difícil, en el que Boyle fue brevemente privada de oxígeno, causándole leves daños en el cerebro, se le diagnosticó dificultades de aprendizaje.10 Comenzó a cantar cuando tenía 12 años; solía cantar en coros y en conciertos escolares. Es una devota católica que participa en las actividades de su parroquia, entre ellas cantar.
Antecedentes
En 1984, contando con 23 años, Susan Boyle se presenta en escena en el Club Social del Estadio Fir Park, sede del Motherwell FC, participando en un concurso de canto entre los lugareños y visitantes del club de Midlands. En esa ocasión interpreta I Don't Know How To Love Him (No sé cómo amarlo), de la obra "Jesucristo Superstar".
Posteriormente en 1995, audiciona en el programa My Kind of People (Mi tipo de gente), un show de talentos, similar al Britain's Got Talent, conducido por el humorista británico Michael Barrymore, interpretando de nuevo I Don't Know How To Love Him. En esa ocasión el conductor del programa no aprecia su calidad por el contrario se burla de Susan, aupado por la risa de la audiencia.
Julie Febers, que para entonces tenía 18 años y su madre, Elizabeth MacLean, que también audicionaba ese mismo día, han publicado un vídeo inédito grabado con su cámara, dejando para la historia la irrespetuosa actitud del comediante británico hacia uno de sus participantes (ver "Enlaces externos"). En este vídeo se observa la actitud de Susan humilde y probablemente profesional, y a pesar de ser amateur evade las bromas que le jugaba Barrymore para continuar inmutable en su interpretación.
Britain's Got Talent
A los 48 años de edad, Boyle realiza una versión de I Dreamed a Dream del musical Los Miserables en la primera ronda de la tercera serie de Britain's Got Talent, que se transmitió el 11 de abril de 2009. Su actuación fue ampliamente divulgada en Internet y entre todos los vídeos goza de más de 300.000.000 de reproducciones en el sitio web de YouTube; entre ellos el vídeo Susan Boyle - Singer - Britains Got Talent 2009, tiene ya más de 96.000.000 de reproducciones. Boyle quedó conmovida y sorprendida por la ovación del público y la acogida de los jurados en su audición, así como la fuerza de su popularidad a partir de ese momento. Salió del escenario, después de moverse completamente emocionada, mandó un beso al público.
El 24 de mayo de 2009 Susan Boyle apareció de nuevo en Britain's Got Talent, interpretando la pieza melódica Memory del musical Cats. La recepción por parte del público y del jurado fue excelente, pues recibió favorables críticas. Venció a sus siete contrincantes a través del concurso de llamadas telefónicas, por lo que pasó directamente a la final.
Final del concurso y comienzo de su carrera musical
El 30 de mayo de 2009 Susan Boyle apareció en la final de Britain's Got Talent, donde quedó en segundo lugar. En esta actuación interpretó nuevamente I Dreamed a Dream del musical Los Miserables. Finalmente fue derrotada por un grupo de baile llamado Diversity, compuesto por un grupo de jóvenes estudiantes. Cuando el jurado anunció su derrota, Susan empezó a hacer como si no le importara, bromeando y felicitando a los jovenes de Diversity.
Nada más acabar el programa, empezó a dar muestras extrañas de comportamiento. Al llegar al hotel, el gerente llamó a la policía. Ante su situación psiquiátrica, y amparándose en la Ley de Salud Mental, los médicos decidieron ingresarla en el centro psiquiátrico The Priory, en Londres, con síntomas de «agotamiento y cansancio emocional».12 13 Abandonó el mismo a los pocos días, ya más relajada, según palabras de su hermano.14
El 4 de julio de 2009, Susan cantó para el presidente Barack Obama en conmemoración del día de la independencia de los Estados Unidos. Ésta fue la segunda vez que recibe una invitación de la Casa Blanca, ya que el pasado 10 de mayo (2009) fue invitada a la cena que la Asociación de Corresponsales celebraba en Washington, pero declinó asistir debido a que las normas impuestas por el programa televisivo impiden participar en eventos fuera del país.15Además, cuenta con varias ofertas a ambos lados del Atlántico, entre ellas hacer una gira por EE.UU. con la que podría obtener unos 8,9 millones de euros.
Susan Boyle actuó en Bellahouston Park en Glasgow y cantó con un gran coro de 800 voces en la misa al aire libre ante 60 mil personas que celebró el Papa Benedicto XVI durante su visita a Escocia

miércoles, 9 de marzo de 2011

HOY SE INICIA LA CUARESMA ... TIEMPO DE REFLEXIÓN



El  Significado de la Cuaresma

¿Qué es la Cuaresma? ¿Por qué es tan ampliamente practicada por los “Cristianos” de este mundo? ¿Será porque la Biblia lo ordena? ¿Observaron Cristo o algunos de Sus apóstoles la Cuaresma?Lo observó la Iglesia del primer siglo? ¿Qué enseña la Biblia acerca de la Cuaresma?

Diferente al Año Nuevo, Navidades, Halloween, Día de los Enamorados y otros días de fiestas paganas que son celebradas por los incredulos y el mundo secular, la estación de la Cuaresma es observada por dedicados creyentes religiosos.
Desde el Miércoloes de Cenizas hasta el Domingo de Resurrección, muchos solemnemente se marcan la frente con ceniza, “ayunando” (o absteniendose de ciertas comidas o placeres fisicos) por 40 días. Ellos hacen esto para imitar los 40 días de ayuno en el desierto por Jesucristo (Mat. 4:1-2). Algunos dejan de fumar. Otros dejan de masticar chicle. También otros dejan de comer demasiado o dejan de decir malas palabras. Las personas hacen promesas de dejar de hacer cualquier cosa, mientras que eso los prepare para mantener el Domingo de Resurrección.
Las personas que observan la Cuaresma pudiera ser que sean muy religiosos, dedicados y sinceros—pero están sinceramente equivocados.
Vamos a examinar la Cuaresma, sus practicas y costumbres, sus origenes historicos y religiosos, y su verdadero significado de acuerdo a la perspectiva de la Biblia, y no de las “tradiciones de los hombres” (Marcos 7:7-9).

Examinando El Propósito de la Cuaresma

De acuerdo a la Enciclopedia Catolica, “el verdadero objetivo de la Cuaresma es, principalmente, el preparar a los hombres para la celebración de la muerte y Resurrección de Cristo…lo mejor que sea la praparación lo mas efectivo que será la celebración. Uno puede efectivamente aliviar el misterio con una mente y un corazón purificado. El propósito de la Cuaresma es de proveer esa purificación desacostrumbrando a los hombres del pecado y del egoismo por medio de que se nieguen de sus deleites y a orar, tratando de crear en ellos el deceo de hacer la voluntad de Dios y hacer que venga Su reino para hecerlo venir primero dentro de sus corazones.”
En la superficie, esta creencia suena sincera y de buenos sentimientos. Sin embargo, no está de acuerdo con la Biblia, la Santa Palabra de Dios, la unica fuente de verdadero conocimiento y entendimiento espiritual (Juan 17:17). Dios a través del Apóstol Pablo, le ordena a los Cristianos “Pero persiste tu en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (II Tim. 3:14-17).
Primero, entienda que la “celebración de la muerte y Resurrección de Cristo” a la cual la cita anterior se está refiriendo, es Viernes Santo y Domingo de Resurrección (Domingo de Easter en Estados Unidos), que tienen sus raíces en el antiguo paganismo. Fueron instituidos por la ideología dominante del Cristianismo en orden de falsificar y reemplazar la estación de la Pascua. La Pascua y los Días de Panes Sin Levadura eran observados por Cristo, los apóstoles originales y la Iglesia del Nuevo Testamento—incluyendo a los Gentiles. Dios le ordena a Su pueblo a mantenerlos hoy día (I Cor. 5:7-8). Solicite nuestros folletos gratis El Verdadero Origen del DOMINGO DE RESURRECCIÓN, LA RESURRECCIÓN DE CRISTO NO fue el Domingo, y ¿Con cúanta frecuencia debe ser tomada la CENA DEL SEÑOR? para aprender mas.)
Segundo, la Biblia dice que estamos purificados—limpios, separados y hechos puros a la vista de Dios—por la sangre derramada por Jesucristo (Heb. 9:11-14, 22; 13:12). Esto, junto con la fe (Hechos 15:9) y humildemente sometiendose y obedeciendo a Dios (Santiago 4:7-10) a través de Su verdad y oraciones (Juan 17:17; I Tim. 4:5), nos purifica delante de Dios. Ninguna cantidad de ayunos, abstinencia de los placeres fisicos o alguna otra forma de negarnos placeres nos podrá purificar.
Tercero, usted no puede, solo por usted mismo, crearse dentro de usted “el deceo de hacer la voluntad de Dios.” Verdad, Dios le ha dado a la humanidad líbre albedrio. Pero la mente natural y carnal no puede—y no se—someterá a Dios. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu…Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Rom. 8:5, 7).
Solamente a través de una mente convertida, activamente guiado por el Espíritu Santo, puede Dios trabajar “en usted a ambos el querer como el hacer, por Su buena voluntad” (Fili. 2:13).
Y cuarto, “hacer que venga Su reino pero primero, que venga a sus corazones” es una falsa tradición enseñada por la clase de Cristianismo de este mundo. No es enseñado en la Biblia. Dios no está estableciendo Su reino en el corazón de los hombres. (Solicite nuestro folleto gratis “SIETE PRUEBAS DE QUE EL REINO DE DIOS NO ESTÁ AQUÍ AHORA” para entender mas.)
¿De dónde se originó la Cuaresma entonces? ¿Cómo llegó a ser tan ampliamente observada por la ideología dominante del Cristianismo?

Aprobado Por El Estado Oficial de Religiones

Crealo o no, la Cuaresma nunca fue observada por Cristo o Sus apóstoles. El les ordenó a ellos a que “Vayan y enseñen a todas las naciones…enseñandoles que guarden todas las cosas que Yo os he mandado” (Mat. 28:19-20). Jesús nunca les ordenó a ellos a observar la Cuaresma o el Domingo de Resurreccion. El sin embargo, les ordenó a que observaran la Pascua y los Días de Panes Sin Levadura. En realidad, en Su última Pascua en la tierra, Cristo dió instrucciones en detalle de como observar el servicio de la Pascua. El también instituyó nuevos simbolos de la Pascua (Juan 13:1-17).
Fijese lo que Alexander Hislop escribió en su libro Las Dos Babilonias: “El festival, del cual leemos en la Historia de la Iglesia, bajo el nombre de Domingo de Resurrección (Easter), en el tercero y cuarto siglo, era un festival muy diferente al que es ahora observado en la Iglesia Romana, y en ese tiempo no era conocida por ese nombre de Domingo de Resurrección o Easter…Ese festival [Pascua] no era una idolatria, y no era precedida por ninguna Cuaresma. ‘Debemos dar a conocer,’ dijo Casianos, el monje de Marsella, escribiendo en el quinto siglo, y comparando la primitiva Iglesia del [Nuevo Testamento] con la Iglesia de sus días, ‘que el observar esos cuarenta días no existia, por el tiempo en que esa Iglesia primitiva permaneció intacta.’”
¡La Cuaresma no fue observada por la Iglesia del primer siglo! Eso fue mencionado por primera vez por la iglesia en Roma durante el Consejo de Nicea en el año 325 d.de. J.C., cuando el Emperador Constantino oficialmente reconoció a esa iglesia como el estado de religion del Imperio Romano. Cualquiera otra clase de Cristianismo que tuviera otra doctrina contraria a la de la iglesia Romana era considerado un enemigo del estado. (Para aprender mas acerca de verdadera historia de Iglesia, solicite nuestro folleto gratis La Historia de la VERDADERA IGLESIA de Dios). En 360 d. de J.C., el Consejo de Laodicea oficialmente ordenó que la Cuaresma fuera observada.
Originalmente las personas no observaban la Cuaresma no mas que una semana. Algunos la mantenian por uno o dos días. Otros la mantenian por 40 horas consecutivas, falsamente creyendo que solamente 40 horas habian pasado desde la muerte de Cristo y la resurrección.
Eventualmente, se convirtió en un periodo de 40 días con ayunos o la abstinencia de ciertas comidas. “El enfasis no era tanto en el ayuno sino en el renovamiento espiritual que la preparación para el Domingo de Resurrección demandaba. Este era simplemente un periodo conocidos por los ayunos, pero no necesariamente ayunos en los que los fieles ayunaban todos los días. Sin embargo, al pasar del tiempo, mucho mas enfasis se le puso a los ayunos…Durante los primeros siglos (especialmente desde el quinto siglo en adelante) la observación del ayuno era bien estricta. Solamente una comida al día era permitida, al atardecer era permitida: carne y pescado, y en muchos lugares hasta el huevo y los productos agricolas eran completamente prohibidos. La carne no era permitida en los Domingos” (Enciclopedia Catolica).
Desde el siglo nueve en adelante, las reglas estrictas de la Cuaresma fueron suavizadas. Mayor enfasis se le puso a las “obras de penitencia” que a la abstinación o a los ayunos. De acuerdo a la constitución apostolica Poenitemini del Papa Pablo IV (Feb. 17, 1966), “la abstinencia es de ser observada en el Miercoles de Ceniza y en todos los viernes del año que no caen en un día santo de obligacióbn, y el ayuno como el abstenerce debe ser observado en Miercoles de Ceniza y Viernes Santo” (Enciclopedia Catolica).
Hoy día , la Cuaresma se usa para “ayunar y para renunciar el pecado y sus caminos.” Es una estación para penitencias, que significa estar apenado por pecar y conversión hacia Dios.” Esta tradición enseña que ayunar y tener disciplina propia durante la Cuaresma le dará al adorador el “control sobre si mismo que necesita para purificar su corazón y renovar su vida.”
Sin embargo, la Biblia claramente enseña que el dominio de sí mismo—templanza—viene por tener el Espíritu Santo de Dios trabajando en la vida de una mente convertida (Gal. 5:16, 17, 22). Ayunar, de uno o por uno mismo, no puede producir un piadoso control de si mismo.
Pablo advirtió acerca de usar la abnegación como un medio de depender por su propia voluntad. El lo llamó “culto voluntario.” “Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No toques, ni gustes ni aun manejes (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne” (Col. 2:20-23).
Dios no diseñó el ayuno como un medio de penitencia, de “golpearse a usted mismo” o desarrollarse su propia voluntad. “¿Es tal el ayuno que Yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable del Eterno? ¿No es mas bien el ayuno que Yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras y no te escondas de tu hermano?” (Isa. 58:5-7).
El pueblo de Dios se humilla a traves del ayuno en orden de acercarse mas a El—para aprender a actuar y pensar como El—para vivir Su forma de vida en todas las cosas. Fijese que el Profeta Jeremías escribió: “Así dijo el Eterno: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que Yo Soy el Eterno, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas Me deleitan, dice el Eterno” (Jere. 9:23-24). Ayuno (y oración) ayuda a los Cristianos a acercarse mas a Dios.

Las Raíces Antiguas De La Cuaresma

Una palabra del Anglo-sajón, Lencten, que significa “primavera,” la Cuaresma se originó en la antigua religion de Babilonia. “Los cuarenta días de abstinación de la Cuaresma fue directamente obtenido de los adoradores de la diosa de Babilonia…Entre los paganos esta Cuaresma parece tener un preliminario indispensable con el festival anual de la conmemoración de la muerte y resurrección de Tamuz” (Las Dos Babilonias).
Tamuz era el falso Mesías de Babilonia—¡una falsificación satanica como si fuera Jesucristo!
La fiesta de tamuz era normalmente celebrada en Junio (también llamado el “mes de Tamuz”). La Cuaresma se mantenia 40 días antes de la fiesta, “celebrados con ambos llantos y regocijos.” Este es el por qué la Cuaresma significa “primavera”; se llevaba a cabo desde la primavera hasta principios del verano.
La Biblia tiene anotada a la antigua Juda adorando a este falso Mesías: “Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa del Eterno, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas llorando por Tamuz” (Eze. 8:14). ¡Esta fue una gran abominación en los ojos de Dios!
Pero ¿por qué la iglesia en Roma instituyó una fiesta pagana como esta?
“Para conciliar a los Paganos al Cristianismo nominal, Roma, buscando su poliza de costumbre, tomaron las medidas de amalgamar los festivales Cristianos y Paganos, y, por medio de un ajuste complicado pero habil en el calendario, no fue encontrado como un caso dificultoso, por lo general, unir al Paganismo y el Cristianismo—ahora mas profundizados en la idolatria—en esto como en muchas otras cosas, a darse las manos” (Las Dos Babilonias).
La iglesia Romana reemplazó la Pascua con el Domingo de Resurrección (Easter), moviendo la Fiesta pagana de Tamuz al principio de la primavera, “Cristianizandola.” La Cuaresma también la movieron junto con esta.
“Este cambio en el calendario con respecto al Domingo de Resurrección (Easter) fue atendido con consequencias trascedentales. Esto trajo a la Iglesia una corrupción total y una exagerada superstición en conección con la abstinación en la Cuaresma” (Las Dos Babilonias).
Antes de rendir los pecados personales y sacrificarse durante la Cuaresma, los paganos tenian una loca, “cualquier cosa viene bien” celebración para asegurarse de que primero debian tener sus partes en corrupciones y perversidades—lo que el mundo celebra como el Mardi Gras hoy día.

Abominaciones Enmascaradas Como Cristianismo

Dios no es el autor de la confusión (I Cor. 14:33). El nunca instituyó la Cuaresma, una observación pagana que conecta la corrupción con lo que es llamado resurrección de un falso Mesías.
Dios le ordena a Su pueblo a que lo sigan a El—no las tradiciones de los hombres. El camino de Dios es más alto, y mejor que el de los hombres (Isa. 55:8-9). Los hombres no pueden determinar por ellos el bien y el mal o como adorar a Dios apropiadamente. ¿Por qué? Porque “engañoso es el corazón [mente] más que todas las cosas, y perverso” (Jere. 17:9), “que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (10:23). Dios nos diseñó y nos dio vida. El sabe como es que nosotros estamos supuestos a adorarlo a El.
Para ser un Cristiano y apropiadamente servir a Dios, usted debe vivir “de toda palabra que procede de la boca de Dios” (Mat. 4:4), reconociendo que Sus Santas Escrituras “no deben ser quebrantadas” (Juan 10:35).
Dios le ordena a los Cristianos a que huyan de las tradiciones y costumbres paganas de este mundo (Apo. 18:2-4), actualmente guiados y engañados por Satanás el diablo (II Cor. 4:4; Apo. 12:9).
La Cuaresma puede aparentar como que es una observación religiosa, sincera y de mucho sentimiento. Pero sus raíces están profundamente originadas en las ideas paganas que falsifican el plan de Dios.
Dios odia todas las observaciones paganas (Jere. 10:2-3; Lev. 18:3, 30; Deut. 7:1-5,16). Estas no pueden ser “Cristianizadas” o ser limpiadas por los hombres. Eso incluye a la Cuaresma.



ORÍGENES 
1. Prehistoria de la cuaresma: primeros apuntes
La primera referencia a una preparación pascual de cuarenta días aparece en un escrito de Eusebio de Cesárea que se remonta aproximadamente al año 332. En ese escrito Eusebio habla de la cuaresma como de una institución bien conocida, claramente configurada y, hasta cierto punto, consolidada. Esto nos permite pensar que a principios del siglo IV la cuaresma era ya una realidad establecida en algunas Iglesias.
Con todo, aún no es fácil determinar con precisión las características de este período de tiempo. Los datos que nos ofrecen los primeros testimonios son muy escasos. La referencia a la cuaresma surge casi siempre de manera incidental, como de paso. De todos modos, esos datos son las únicas fuentes de información de que disponemos y a ellos vamos a referirnos ahora. Veamos primero el testimonio de Eusebio:
«Celebrando, pues, la fiesta del tránsito, nos esforzamos por pasar a las cosas de Dios, lo mismo que en otro tiempo los de Egipto atravesaron el desierto...
Antes de la fiesta, como preparación, nos sometemos al ejercicio de la cuaresma, imitando el celo de los santos Moisés y Elías; respecto a la fiesta misma, nosotros la renovamos por un tiempo que no tiene limites. Orientado, pues, nuestro camino hacia Dios, nos ceñimos los lomos con la cintura de la templanza; vigilamos con cautela los pasos del alma, disponiéndonos, con las sandalias puestas, para emprender el viaje de la vocación celeste; usamos el bastón de la palabra divina, no sin la fuerza de la oración, para resistir a los enemigos; realizamos con todo interés el tránsito que lleva al cielo, apresurándonos a pasar de las cosas de acá abajo a las celestes, y de la vida mortal a la inmortal...
Después de pascua, pues, celebramos pentecostés durante siete semanas integras, de la misma manera que mantuvimos virilmente el ejercicio cuaresmal durante seis semanas antes de pascua. El número seis indica actividad y energía, razón por la cual se dice que Dios creó el mundo en seis días. A las fatigas soportadas durante la cuaresma sucede justamente la segunda fiesta de siete semanas, que multiplica para nosotros el descanso, del cual el número siete es simbolo».
Éste es el primer testimonio que conocemos sobre la cuaresma. Ésta se presenta como un período de preparación a la pascua. Desde la perspectiva de Eusebio, cuaresma viene a ser un camino, semejante al de los hebreos por el desierto, que hay que recorrer en un clima de austeridad y de vigilancia ascética. Eusebio lo llama el «viaje de la vocación celeste». Es también un «ejercicio», que supone un esfuerzo y una voluntad de lucha. Los apoyos que se ofrecen a los creyentes para realizar la andadura cuaresmal son la lectura de la palabra de Dios y la oración. Sólo quienes recorren con valentía este camino estarán en condiciones de pasar de las cosas de este mundo al Padre.
Inspirándose en las interpretaciones simbólicas de su maestro Orígenes, Eusebio asegura que las seis semanas de la cuaresma significan el esfuerzo denodado, la lucha ascética. Las siete semanas de la cincuentena, que culminan el día cincuenta, son, en cambio, el símbolo del reposo futuro. Con otras palabras: cuaresma es el símbolo de la vida presente, de la existencia temporal; la cincuentena pascual es imagen del reino eterno.
También Atanasio de Alejandría recoge una breve alusión a la cuaresma en una de sus cartas festales escrita en 334. Se trata, pues, de un testimonio contemporáneo al de Eusebio. Ambos son, sin duda, el eco de una misma tradición:
«Cuando Israel era encaminado hacia Jerusalén, primero se purificó y fue instruido en el desierto para que olvidára las costumbres de Egipto. Del mismo modo, es conveniente que durante la santa cuaresma que hemos emprendido procuremos purificarnos y limpiarnos, de forma que, perfeccionados por esta experiencia y recordando el ayuno, podamos subir al cenáculo con el Señor para cenar con él y participar en el gozo del cielo. De lo contrario, si no observamos la cuaresma, no nos será licito ni subir a Jerusalén ni comer la pascua».
También en este caso la cuaresma es interpretada desde la perspectiva de la pascua. De nuevo surge la analogía entre la experiencia del pueblo de Israel en el desierto, camino de la tierra prometida, y la experiencia cuaresmal. Cuaresma es un tiempo de purificación y de adoctrinamiento. Al final del camino se yergue la pascua, representada como un gran festín, junto con el Señor, en el cenáculo. Sólo quienes se han sometido a la prueba cuaresmal, en la lucha ascética y en el ayuno compartirán con el Señor el banquete de la pascua.
Hay que anotar un detalle que considero importante. El mismo Atanasio, que en el fragmento citado se refiere a una preparación pascual de cuarenta días, en alguna de sus cartas anteriores habla sólo de una semana de preparación. Así, en la carta primera, escrita cinco años antes, dice:
«Comenzamos el santo ayuno el día 5 de Pharmuthi (el lunes de la semana santa) y lo proseguiremos, sin solución de continuidad, durante esos seis días santos y magníficos que son el símbolo de la creación del mundo. Pondremos fin al ayuno el día 10 del mismo Pharmuthi, el sábado de la semana santa, cuando despunte para nosotros el domingo santo, el día 11 del mismo mes».
Este fragmento de Atanasio nos sitúa en el momento histórico en el que la preparación de la pascua se alarga pasando de seis a cuarenta días. Eso nos permite deducir que la cuaresma, en esas fechas, es todavía una institución incipiente. Incluso la simbología de los seis días, imagen de la actividad creadora de Dios, se aplica a las seis semanas de la cuaresma. Éstas, según las palabras de Eusebio anteriormente citadas, indican «actividad y energía». De esta forma, el número seis, que simboliza la acción creadora de Dios, evoca al mismo tiempo el esfuerzo ascético en el que se empeña la comunidad cristiana durante el «ejercicio» cuaresmal.
2. El marco le la cuaresma romana: configuración y estructura
También en Roma el tiempo de preparación a la pascua se ha visto sometido a un prolongado proceso de alargamiento. En tiempos de Hipólito, la preparación pascual se limitaba a dos días: viernes y sábado. Junto con el domingo de resurrección, estos tres días constituyen lo que Ambrosio y Agustín llamarán el triduum sacrum de pascua, o sacratissimum triduum crucifixi et resuscitati. Posteriormente hay vestigios de un ensanchamiento de este primitivo núcleo de dos días a un período de seis días. Eso lo confirma la estructura un tanto arcaica de la semana santa romana, con la asignación de la lectura de la pasión a los antiguos días feriales de sinaxis alitúrgica: el miércoles y el viernes.
Más tarde aparece en Roma un período de preparación a la pascua que dura tres semanas. Hecho extraño y exclusivamente romano. Sobre la existencia de esta preparación de tres semanas nos informa hacia el año 439 el historiador griego Sócrates: «Es fácil ver que los ayunos que se observan antes de pascua se guardan de modo distinto por unos y por otros, pues los que viven en Roma ayunan tres semanas seguidas antes de pascua, excepto el sábado y domingo».
A partir de esta noticia, parece claro que en Roma la preparación a la pascua ocupaba un período de tres semanas, con un ayuno diario, excepto sábados y domingos. Pero ¿a qué época se remonta esta institución prepascual de tres semanas?... Algunos indicios demuestran la existencia de este ayuno prepascual de tres semanas, que estaba ya en uso a finales del siglo III.
La fijación de esas tres semanas estuvo motivada probablemente por el deseo de hacer coincidir la pascua con el inicio cronológico del año. En Roma el año comenzaba el 1 de marzo. Por otra parte, la pascua no podía caer nunca antes del 22 de marzo. Teniendo en cuenta estas fechas, el mínimo de días que podían reservarse como preparación a la pascua era de 21 días; exactamente tres semanas. Es el tiempo que va del comienzo del año (1 de marzo) al posible día de pascua más cercano (22 de marzo). Como se ve, la motivación es estrictamente local. Por eso la tradición de las tres semanas quedó reducida al ámbito del área litúrgica romana.
3. Una experiencia de desierto
La estructura de la cuarentena exigirá desde el principio un enfoque peculiar de este tiempo de preparación a la pascua. Cuando el ayuno prepascual se limitaba a dos días o, a lo sumo, a una semana, las motivaciones de fondo que lo justificaban hacían referencia a la tristeza de la Iglesia por la ausencia del esposo, o respondían a un clima espiritual de ansiosa y vigilante espera, que culminaba cultualmente en la cena eucarística de la noche de pascua. La referencia a los judíos tuvo escasa importancia.
El ayuno cuaresmal -de cuarenta días- tendrá desde el principio unas connotaciones peculiares impuestas, en gran parte, por la misma significación simbólica del número cuarenta. Es altamente significativo que toda la tradición occidental inicia la cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto. Este hecho, verificable en casi todas las liturgias de occidente, es una muestra de la importancia que reviste el tema del desierto y de la cuarentena para una interpretación global del conjunto de la cuaresma. El tiempo cuaresmal es, ante todo, una experiencia de desierto prolongada por espacio de cuarenta días.
a) El ayuno de los cuarenta días
La antigua liturgia hispánica, al iniciar la celebración del primer domingo de cuaresma, invitaba a la comunidad de fieles a recordar el ejemplo de los antiguos padres. Se refiere a Moisés y Elías, los cuales nos enseñaron a santificar la cuaresma con el ayuno y la oración. Sobre todo, se subraya el ejemplo de Cristo, el cual, con su experiencia de desierto, nos enseñó a vencer la tentación y a alimentarnos de lo que sale de la boca de Dios.
Con la alusión a estos ejemplos, la antigua liturgia hispánica recoge una serie de temas fundamentales en los que se resume el talante espiritual de la cuaresma. Son temas tradicionales, clásicos. Constituyen el patrimonio espiritual de la tradición occidental. Me refiero a temas tales como el ayuno, la tentación, el desierto, la cuarentena, la escucha de la palabra de Dios y la oración. Son temas vinculados unos a otros y que la tradición los ha polarizado en torno a la cuaresma.
Hay en primer lugar una referencia clara al Antiguo Testamento. Esta referencia señala la resonancia simbólica del número cuarenta en conexión con la experiencia del desierto. En este sentido hay que tener en cuenta los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto camino de la tierra prometida (Dt 8,2 4; 29,4 5); o los cuarenta días que transcurrió Moisés en la cima del monte Sinaí sin comer ni beber (Éx 34,27 28; 24,18; Dt 9,18); o los cuarenta días y cuarenta noches que el profeta Elías pasó caminando por el desierto hasta el monte Horeb (1 Re 19,8). Todos estos acontecimientos, en los que la experiencia del desierto y del ayuno conecta con el simbolismo del número cuarenta, culminan en la experiencia de Jesús en el desierto. También Jesús se sometió a la tentación y al ayuno por espacio de cuarenta días y cuarenta noches. Todos estos hechos, que por supuesto no han pasado inadvertidos a la tradición cristiana, son los que garantizan un enfoque peculiar de la cuaresma. Más aún: el período cuaresmal hay que interpretarlo a la luz de esos acontecimientos y en conexión con ellos.
Cuaresma es, pues, sin duda, una experiencia de desierto. No es que la comunidad cristiana deba desplazarse a un lugar geográfico especial para vivir esta experiencia. Cuando aquí hablo de desierto, más que a un emplazamiento geográfico, me estoy refiriendo a un tiempo privilegiado, a un tiempo de gracia. Porque la experiencia de desierto es siempre un don de Dios. Es siempre él quien conduce al desierto. Fue él también quien condujo a Israel al desierto por medio de Moisés, y quien condujo a Jesús por medio del Espíritu. Este mismo Espíritu es quien convoca a la comunidad cristiana y la anima a emprender el camino cuaresmal.
El desierto es un lugar hostil, lleno de dificultades y de obstáculos. Por eso la experiencia de desierto anima a los creyentes a la lucha, al combate espiritual, al enfrentamiento con la propia realidad de miseria y de pecado. En este sentido, la cuaresma debe ser interpretada como un tiempo de prueba. Los cuarenta años que Israel pasó en el desierto fueron también un tiempo de tentación y de crisis, durante los cuales Yavé quiso purificar a su pueblo y probar su fidelidad (Dt 8,2 4; Sal 94). También Jesús fue tentado en el desierto. Durante la cuaresma la Iglesia vive una experiencia semejante, sometida a las luchas y a las privaciones que impone la mitilitia Christi. El cristiano vive un arduo combate espiritual. Lo vive siempre. No sólo durante la cuaresma. Pero la cuaresma representa una experiencia singular, una especie de entrenamiento comunitario en el que los creyentes aprenden y se ejercitan en la lucha contra el mal. Casi ninguno de los israelitas superaron la prueba. En realidad fueron muy pocos los que, habiendo salido de Egipto, consiguieron entrar en la tierra prometida. La mayoría sucumbieron en el camino. Hasta Moisés. Cristo, en cambio, salió victorioso de la prueba. El diablo no logró hacerle sucumbir. Los cristianos que realizan seriamente el ejercicio cuaresmal y recorren con asiduidad el camino que lleva a la pascua compartirán sin duda con Cristo la victoria sobre la muerte y sobre el pecado.
b) Desierto y peregrinación
Al mismo tiempo, el desierto es un lugar de paso. Nadie construye una casa en el desierto. A lo sumo, uno se limita a plantar la tienda. La experiencia de desierto es un estimulo permanente a vivir el espíritu de lo provisional. La experiencia de este mundo, simbolizada en los cuarenta días, es una experiencia de lo provisional. Aquí también estamos de paso. No vale la pena acumular riquezas. Vivimos como peregrinos camino de la casa del Padre. Nuestra morada definitiva no está aquí. Por eso no vale la pena echar raíces. Hay que desprenderse del peso inútil para poder aligerar la marcha. Nuestra morada definitiva está allá, en el reino del Padre. Ésa es nuestra tierra prometida. La cuaresma nos enseña a caminar como peregrinos, viviendo el espíritu evangélico de la provisionalidad.
c) Desierto y teofanías
El desierto es además el lugar de las grandes teofanfas. Allí, en el desierto, es donde Israel ha celebrado los grandes encuentros con Yavé. Allí se reveló a Moisés. Allí se reveló también a Elías. Asimismo, la cuaresma es para la comunidad cristiana una invitación al encuentro con Dios que se revela, sobre todo a través de su palabra. La práctica cuaresmal del ayuno tiene como contrapartida la lectura asidua de la palabra de Dios, verdadero alimento espiritual de los creyentes. Porque el creyente, en cuaresma, se alimenta sobre todo de lo que sale de la boca de Dios: de su palabra. De esta forma, la abstinencia del alimento corporal queda compensada con el pan sublime de la palabra de Dios.
d) Desierto y oración
Además, en conexión con lo apuntado, la cuaresma es un tiempo especialmente idóneo para el encuentro con Dios en la oración. Esta referencia a la oración aparece en los pasajes citados del Antiguo Testamento en conexión con la experiencia del ayuno. Moisés, al subir al Sinaí, «permaneció allí cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan y sin beber agua» (Ex 34,27 28). Sin embargo, en el Deuteronomio, al narrar la experiencia teofánica del Sinaí, se señala que durante ese tiempo de ayuno Moisés se dedicó a la súplica por los pecados del pueblo: «Luego me postré ante Yavé; como la otra vez, estuve cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua, por todo el pecado que habíais cometido... Y una vez más me escuchó Yavé» (Dt 9,1819). Por otra parte, la peregrinación de Elías a través del desierto, estimulado prodigiosamente por el alimento que le suministró el ángel, hacia el monte de Dios en Horeb (1 Re 19,8), representa la vuelta al Sinaí, a la fuente misma de la revelación mosaica.
e) Desierto y transfiguración
La experiencia teofánica, tan vinculada a la cuarentena, al ayuno y al desierto, adquiere una dimensión especial en el hecho de la transfiguración. Es éste uno de los temas característicos de la cuaresma. La nueva liturgia lo ha incorporado al domingo segundo de cuaresma. En la transfiguración reviste una particular importancia la presencia de Moisés y de Elías junto a Jesús transfigurado, en quien culminan la ley y los profetas, representados en los dos personajes. Tanto la montaña, en la que se sitúa el acontecimiento, como la nube que envuelve la escena son elementos clásicos que caracterizan a las grandes teofanías. En este caso, la referencia al hecho de la transfiguración nos parece subrayar la dimensión contemplativa de la vida cristiana. El encuentro teofánico con el Señor, experimentado por Moisés y Elías y culminado en el Tabor, nos invita a interpretar la cuaresma como una llamada a la oración silenciosa y contemplativa, a la lectura reposada, sapiencial, de la palabra de Dios, tal como se ha revelado en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Cuaresma debe permanecer siempre como una oportunidad privilegiada para el encuentro con Dios.
4. Tiempo de penitencia
La cuaresma romana ha quedado fuertemente marcada por dos instituciones importantes: la penitencial y el catecumenado. Ahora voy a referirme a la primera. Es éste un aspecto que bien podríamos considerar connatural a la misma. Toda cuaresma, por el simple hecho de serlo, debe ser un tiempo de penitencia. De hecho, ya el mismo Eusebio de Cesarea -el primero que nos habla de la cuaresma- se refiere a ese tiempo de preparación a la pascua llamándolo «ejercicio cuaresmal». Sin embargo, en Roma esta dimensión adquiere unas connotaciones propias. El mismo ayuno, que aparece desde el principio como ingrediente esencial en la preparación a la pascua, reviste en Roma un sentido y unas resonancias que no poseía durante los primeros siglos.
La cuaresma romana, al insistir sobre el ayuno y sobre la penitencia, lo hace desde una perspectiva eminentemente ascética y penitencial. Es una forma de expresar el permanente control que el cristiano debe ejercer sobre sí mismo y la lucha abierta contra las pasiones y las apetencias de la carne que se alza contra las exigencias del espíritu. Al mismo tiempo, las prácticas de penitencia durante la cuaresma son asumidas como una forma de «satisfacción» o castigo para purgar los pecados propios y los ajenos. Hay, por otra parte, una permanente invitación al reconocimiento de los propios pecados y una llamada insistente a una conversión radical y absoluta.
Todos estos aspectos, que caracterizan sin duda la penitencia cuaresmal, sólo se entienden adecuadamente si se tiene presente que durante siglos el tiempo de cuaresma constituyó el cauce canónico oficial para celebrar el sacramento de la reconciliación. La misma estructura cuaresmal dio marco a la institución penitencial. Este hecho, que de suyo cae en la esfera de lo formal y accesorio, impregnó la cuaresma de una dimensión espiritual determinante. Iniciar la cuaresma ha significado y significa asumir las actitudes de fondo que caracterizan al hombre pecador, consciente de su pecado, arrepentido y confiado en la ilimitada misericordia de Dios.
Con la reforma litúrgica del Vaticano II de ha dado un nuevo enfoque espiritual de la cuaresma. No es tanto la penitencia corporal lo que interesa subrayar cuanto la conversión interior del corazón. Los textos bíblicos, extraídos muchos de ellos de la literatura profética, orientan la actitud cuaresmal de cara a una profunda purificación del corazón y de la misma vida de la Iglesia. Hay una continua descalificación de cualquier intento de cristianismo formalista, anclado en ritualismos falsos. La verdadera conversión a Dios se manifiesta en una apertura generosa y desinteresada hacia las obras de misericordia: dar limosna a los pobres y comprometerse solidariamente con ellos, visitar a los enfermos, defender los intereses de los pequeños y marginados, atender con generosidad a las necesidades de los más menesterosos. En definitiva, la cuaresma se entiende como una lucha contra el propio egoísmo y como una apertura a la fraternidad. A partir de ahí es posible hablar de una verdadera conversión y de una ascesis auténtica. Sólo así puede iniciarse el camino que lleva a la pascua. En este sentido, cuaresma viene a ser un tiempo que permite a la Iglesia -a toda la comunidad eclesial tomar conciencia de su condición pecadora y someterse a un exigente proceso de conversión y de renovación. Sólo así la cuaresma puede tener hoy un sentido.
5. Dimensión bautismal de la cuaresma
La cuaresma ha servido además de marco a la preparación inmediata de los catecúmenos antes de recibir el bautismo en la noche santa de pascua. Este hecho ha marcado también a la cuaresma romana, dándole un matiz peculiar y un enfoque espiritual de inspiración bautismal. Es cierto que desde hace siglos no existe ya el catecumenado, tal como lo estructuró la antigua Iglesia romana, y han desaparecido los escrutinios y demás celebraciones prebautismales que existían en los primeros siglos. Sin embargo, el sello bautismal no ha desaparecido nunca de la cuaresma. Más aún, este carácter se ha acentuado a partir de la última reforma.
Las razones de este hecho vienen de lejos. Aparte las motivaciones teológicas de fondo que vinculan el bautismo al misterio pascual de Cristo (véase Romanos 6 y 1ª carta de San Pedro), la Iglesia fue tomando medidas concretas para dejar patente esta vinculación. Una cosa es decir que «cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte» (Rom 6,3), o que «con él fuimos sepultados por el bautismo en la muerte» (Rom 6,4), o que «nos hemos hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya» (Rom 6,5), y otra cosa es establecer como fecha para el bautismo el día de pascua. Es entonces cuando la comunidad cristiana experimenta la vinculación entre bautismo y misterio pascual. Entonces se hace patente cómo el gesto de entrar en la fuente, desnudo, para sumergirse en el agua, nos hace compartir la muerte y la sepultura de Cristo. Al salir del agua y vestirse las túnicas blancas, los bautizados se sienten incorporados a Cristo resucitado, el primer hombre nuevo, el primogénito de entre los muertos. Esta celebración bautismal, enmarcada en el contexto de una intensa vivencia espiritual de la noche de pascua, adquiere connotaciones y resonancias realmente impresionantes. Así lo entendió la comunidad cristiana casi desde el principio.
Más tarde, la costumbre de bautizar a los niños inmediatamente después del nacimiento obligará, en los siglos X y XI, a simplificar los ritos y a reunirlos en una celebración única junto con el bautismo.
Las últimas reformas litúrgicas, al introducir la renovación de las promesas bautismales en la vigilia pascual y, sobre todo, al reactualizar el antiguo ritual del bautismo de adultos, han devuelto a la cuaresma la importancia que tuvo en otro tiempo como plataforma para la preparación bautismal. En este sentido hay que destacar la previsión de las tres misas de escrutinios para los domingos 3, 4 y 5 de cuaresma, con sus correspondientes lecturas, la inscripción del nombre al principio de la cuaresma y la solemne celebración, previa al bautismo, el sábado santo por la mañana. Aún en el caso de que no se prevean bautismos de adultos para la noche de pascua, siempre se urge la orientación bautismal de la cuaresma como preparación de toda la comunidad cristiana a la renovación de las promesas bautismales que tiene lugar en la noche de pascua. A este fin siempre es posible utilizar las lecturas bíblicas del ciclo A durante los domingos 3, 4 y 5, pertenecientes a la antigua catequesis prebautismal (la samaritana, el ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro) y los nuevos prefacios compuestos para esa circunstancia. De este modo, la cuaresma se convierte para toda la Iglesia en un tiempo de reflexión en el que todos y cada uno de los fieles asumen conscientemente su condición de bautizados, hacen balance sobre el cumplimiento de sus compromisos y deciden ratificar solemnemente su proyecto de vida cristiana al renovar las promesas bautismales en la vigilia pascual.
6. La cuaresma después del Vaticano II
De una manera clarividente y precisa, el Concilio señaló, ya en la constitución Sacrosanctum Concilium (n. 109), la doble dimensión que caracteriza al tiempo de cuaresma: la bautismal y la penitencial. Al mismo tiempo, subrayó que se trata de un tiempo de preparación a la pascua en un clima de escucha atenta de la palabra de Dios y de oración incesante. De esta forma, el Concilio dejó claramente delimitadas las líneas de fuerza que confieren a la cuaresma su propia identidad, al margen de aditamentos superfluos o anacrónicos. Estas son sus palabras:
«Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración, para que celebren el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia, dése particular relieve en la liturgia al doble carácter de dicho tiempo».
Me interesa subrayar aquí que el Concilio, al describir la fisonomía espiritual especifica de la cuaresma, no ha inventado nada nuevo. Se ha limitado a recoger, con sabio discernimiento, el contenido más genuino de la tradición. Esta visión, depurada y genuina, de la cuaresma ha constituido el punto de referencia, el criterio inspirador que ha permanecido subyacente en la labor de reforma.
La primera tarea consistió, sin duda, en devolver a la cuaresma su simplicidad original. Era necesario proceder a una labor de poda. Así se hizo. Por eso se suprimió el tiempo de la así llamada «pre-cuaresma», integrada por los domingos de septuagésima, sexagésima y quincuagésima. Este período de tiempo había ido anexionándose a la cuaresma progresivamente, aunque en épocas más tardías, de manera artificial y arbitraria.
La supresión de la pre-cuaresma no implicó, sin embargo, la supresión del miércoles de ceniza. Siempre fue ésta una fecha de amplia resonancia popular. Contaba, por otra parte, con una antigüedad venerable. Además, desde un punto de vista pastoral, la liturgia del miércoles de ceniza ofrecía aspectos importantes que podían contribuir a fijar, desde el principio, el enfoque espiritual de la cuaresma como tiempo de purificación y conversión de cara a la celebración de la pascua.

A fin de garantizar al máximo la sencillez original de la cuaresma, se suprimió también lo que se había dado en llamar «tiempo de pasión», que comenzaba el domingo 5 de cuaresma y terminaba el sábado santo. De esta manera el tiempo de preparación a la pascua quedaba constituido exactamente por un período de cuarenta días, con una estructura simple, clara y homogénea. Así, al situar la cuaresma entre el miércoles de ceniza y la celebración vespertina del jueves santo, se recuperaba la rica simbologfa del número cuarenta, de indiscutible peso especifico en la configuración espiritual de este periodo de tiempo.
Además de esta labor depuradora, la reforma ha prestado una atención especial a la creación de nuevos textos de plegaria y a la reestructuración del leccionario, tanto de la misa como del oficio. Algunos textos han sido reutilizados, tal como aparecían en el viejo misal o con pequeñas variantes. Otros han sido extraídos de los viejos sacramentarios romanos e incluso de los pertenecientes a otras tradiciones litúrgicas. Otros, finalmente, han sido redactados de nuevo. En todos ellos, de un modo u otro, se trasluce una visión más positiva de la cuaresma, como preparación a la pascua, como tiempo de purificación y de conversión interior y como toma de conciencia del compromiso bautismal.
El trabajo de mayor envergadura consistió, sin duda, en la reforma del leccionario. La selección de textos para la primera lectura dominical, tomados siempre del Antiguo Testamento, sigue un enfoque nuevo. En ellos se hace mención de las grandes etapas que constituyen la historia de la salvación. De esta forma, la cuaresma se revela como un tiempo que, a través de la lectura de la palabra de Dios, nos permite un acercamiento al Dios que ha ido revelándose progresivamente a través de la historia. No es un conocimiento teórico, sino un contacto experiencial con el Dios vivo que ha querido hacerse presente, de manera progresiva, en la historia de los hombres.
Los textos seleccionados para la segunda lectura no constituyen un cuerpo compacto y coherente. Son fragmentos que sirven para complementar e ilustrar los temas contenidos, sea en la primera lectura, sea en el fragmento evangélico.
La temática recogida en este leccionario corresponde, sin duda, a la catequesis cuaresmal: radicalidad de la conversión cristiana, prácticas penitenciales y obras de misericordia, arrepentimiento y necesidad de la reconciliación sacramental. Durante las dos últimas semanas se ha respetado con escrupulosidad la venerable costumbre de la tradición romana de leer fragmentos del evangelio de Juan que recogen los grandes temas de la catequesis bautismal.
De esta manera, la reforma conciliar ha restablecido la estructura de la cuaresma original y ofrece a la comunidad cristiana un marco adecuado para recorrer el camino que lleva a la pascua. Las solemnidades pascuales quedan situadas en el eje medular del año litúrgico y constituyen el punto de referencia tanto de la cuaresma como de la cincuentena pascual. El misterio pascual penetra de esta manera la totalidad de la vida cristiana y se convierte en el elemento dinamizador de toda la acción pastoral